lunes, 13 de febrero de 2017

Magia entre las flores


¿Quién ha dicho que la buena música, esa que involucra a selectas audiencias, partituras, pajarita de seda al cuello y piano, necesite de espacios monumentales? 

La del último viernes fue una de esas raras ocasiones que a veces se pueden presentar en lo que para muchos habría sido una anodina tarde de un día frío y lluvioso de febrero en Madrid. Fue una tarde de un viernes cualquiera que pasó a ser, por obra y gracia de la música de mi primo Emilio, en una tarde de magia entre las flores.

Flores Madrid, en el barrio de Arapiles, fue el inopinado escenario del recital de anoche. De esta forma el artista desafió al frío y la lluvia con unos argumentos que vencieron y convencieron: un delicioso repertorio que, aunque poco tuvo que ver con el cartel previsto, igualmente estuvo repleto de serena belleza en los pasajes melancólicos de las piezas de Rachmaninoff o Chopin, y virtuosismo interpretativo para acometer los temas de Bach y Liszt. 

Emilio es un artista esencial: vive por y para su arte, incondicionalmente. Es su verdadera razón de existir. Por eso, ya sea ante un Steinway&Sons en un gran auditorio con todo el papel vendido o en una reunión de un puñado de amigos en la floristería de Pedro frente a una pianola Roland, siempre es capaz de obrar el sortilegio de hacernos fluir, hasta disolvernos en la cadencia de su amada música.